Para hacer la reflexión, de esta nueva propuesta Compasión y Política, tendríamos en primer lugar irnos a la definición de política, y que elementos encierra, si nos vamos a Maquiavelo, quien marca un parteaguas en el antes y después del quehacer político, tendremos que para el autor de El Príncipe, la política es, en primer lugar, el estudio de las luchas por el poder entre los hombres, Algunos aseguran que este es el bien común; otros dirán que su objeto es el Estado o la “máxima institucionalización de una entidad política” (Weber, 2002: 8), y finalmente habrá quienes encuentren la especificidad de la política en el poder (Bobbio, Dahl, Duverger, etcétera).
Los innumerables consejos políticos que llenan las páginas de El príncipe no tienen otro objetivo que el mismo poder. Cuando se recomienda al príncipe tener medios de coacción disponibles, cultivar los vicios necesarios, ser más temido que amado, o ser a la vez el zorro y el león, no se le está señalando el camino a la eternidad (fin religioso), ni a la riqueza (fin económico), sino al poder per se (entendiendo por éste, el fin político por excelencia).
De acuerdo con Weber, política significará, pues, para nosotros, la aspiración a participar en el poder o a influir en la distribución del poder entre los distintos Estados, o, dentro de un mismo Estado, entre los distintos grupos de hombres que lo componen. Quien hace política aspira al poder; al poder como medio para la consecución de otros fines (idealistas o egoístas) o al poder “por el poder”, para gozar del sentimiento de prestigio que él confiere.
Norberto Bobbio introduce el tema de la democracia como “un conjunto de reglas (primarias o fundamentales) que establecen quién está autorizado para tomar las decisiones colectivas y bajo qué procedimientos”. El punto sustancial es que estas “reglas del juego” excluyen, explícitamente, el uso de la violencia. En otro escrito, titulado “Democracia y no violencia”, Bobbio expresa el siguiente cuestionamiento: “¿Qué es la democracia si no la introducción del método no violento para resolver los conflictos políticos?”.
Tenemos casos de aves raras dentro del mundo político como el caso de Gandhi, un ferviente partidario de la resistencia pacífica, quien estaba convencido de que “la no violencia es la mayor fuerza a disposición de la humanidad. Es más poderosa que el arma de destrucción más poderosa concebida por el ingenio del hombre”. Me opongo a la violencia porque cuando parece causar el bien este solo es temporal. El mal que causa es permanente”, señalaba.
También está el caso de Mandela, quien a través de su legado, nos muestra que hay otro camino para hacer política: El perdón libera el alma, elimina el miedo. Por eso es una herramienta tan poderosa. Si quieres hacer las paces con tu enemigo, tienes que trabajar con él, entonces se vuelve tu compañero.
Hoy nos encontramos con la introducción en de un elemento la compasión, que si nos llevamos por el pensamiento clásico, es un tema ajeno a la política, una antítesis de cómo se concibe la política, El sistema económico ha creado un sistema político en el que los partidos se sitúan por encima del progreso universal, las mayorías parlamentarias por encima de la colaboración, y conseguir el poder por encima de los medios para alcanzarlo.
¿Qué podemos hacer para cambiar esta narrativa destructiva? Llevar a cabo campañas sobre temas específicos puede servir de ayuda, pero a menos que cambiemos los supuestos sobre los que se asienta nuestro modo de vida, es imposible que logremos una transformación sostenible a largo plazo.
Existe un movimiento mundial que en la actualidad interpela el quehacer de los legisladores y tomadores de decisiones en políticas públicas de cómo se están llevando a cabo estos procesos y de los valores que están detrás. Este movimiento nacido en el Reino Unido intenta poner la compasión, la inclusión y la cooperación al centro de la política, El movimiento Compasión en Política ha logrado establecer un grupo de trabajo al interior del Parlamento de manera de hacerlos más cooperativos, inclusivos y promover leyes que se asienten en la compasión.
La compasión tiene el poder de renovar el quehacer político, que ha estado centrado en el último siglo de que la idea del éxito está centrado en el ingreso individual, , la riqueza, el poder, la competencia, reduciendo el espacio al éxito asociado a la generosidad, el respeto mutuo, a la felicidad como sentido.
La compasión no implica lastima, sino que está ligada a aspectos emocionales, cognitivos, volitivos y sobre todo éticos. Es necesario aprender o reaprender que las personas pueden ser conquistadas para acuerdos o votos, desde una manera sencilla, humilde, prudente, pero decidida, movida por el deseo genuino de cuidar y cuidarnos.