Desde mis épocas mozas, estudiante de Psicología en el Defectuoso, como se le decía con cariño a la hoy Ciudad de México, existían locales especialmente en la Zona Rosa que por los años 70s todavía era espacio transgresor, algunos locales donde eran hombres los que hacían striptease y se anunciaban “Solo para Mujeres”, en esos momentos en que yo me sentía supermujer, sin haber pasado por todo el proceso derridiano de la desconstrucción, me parecían de lo más lógico la existencia de ese tipo de lugares, en mi caso, todavía en la ingenuidad de la virginidad, prefería gastar mi dinero yendo al Bar Zafiro del Presidente a oír a Cuco Sánchez cantar Amémonos, y tomar tres tequilas que era para lo que me alcanzaba o un café del cual era dueño el Pirulí donde se cantaba la música en español de moda en la época, algo de Mocedades, Serrat, Bee Gees y etc.
Posteriormente ya en Tuxtla Gutiérrez, mi querido amigo Luis Pedrero en su muy recordada discoteque El Ron Ron, trajo un espectáculo Solo para Mujeres, todo muy misterioso, casi casi invitaciones personalizadas, la mayoría de las asistentes señoras casadas, y afortunadamente en ese tiempo no se habían puesto tan de moda los videos, se necesitaban cámaras más o menos grandes para grabarlos, y con ello se perdía el factor sorpresa, los celulares no existían, y dicen las lenguas de doble filo que las señoras estaban extasiadas, dándoles de nalgadas, poniéndoles billetes en el bóxer y todo lo demás que se supone que hacen los hombres en los table dance. En esos momentos me preguntaba, porque casadas, si ellas ya conocen de pe a pa, la anatomía masculina, o querían ver algo diferente, y darse una escapadita a la diversión como lo hacían sus conyugues.
Posteriormente los juegos tal vez le podíamos decir sexuales, a mí se me hacían una tragicomedia de las despedidas de solteras o de repente amigas se interesaban y alquilaban a un galán, donde un galán se desvestía y pretendía hacer juegos eróticos con las asistentes, unos atrevidos que les tocaras “su cosita”, y cosa curiosa la mayoría de los encueratrices eran homosexuales y otros desnutridos se les veían sus huesitos daban ganas de mandarlos al DIF a un programa de nutrición.
El tema se me había olvidado por completo, sobre todo en la medida en que las mujeres nos hemos ido apropiando de espacios considerados masculinos como las cantinas, los gimnasios, la político, los negocios y que me encuentro un artículo de Alma Osorio Guzmán, publicado en 1994 en nuestra querida revista Fem de tan gratos recuerdos: Chipendale: espectáculo solo para mujeres, que me llevó a revisar desde otra óptica, tal vez ya rebasada por las circunstancias actuales, pero que no deja de ser interesante su análisis.
Osorio Guzmán, señala algo interesante, los antropólogos han llamado a estos espacios de tiempo en los cuales se invierten los roles sexuales de los participantes como “grupos no modernos” o “rituales de inversión”, durante esos eventos la gente rompe, o humorísticamente juega con sus propios roles culturales, sin que nadie sufra sanción o pérdida de imagen.
Por otra parte los espectáculos para mujeres, siendo rituales de inversión, representan un momento de apertura y rompimiento con la actitud pasiva del rol femenino antes las actividades rituales y eróticas. Las primeras mujeres que asistieron a estos lugares sobre todo en provincia prefirieron conservar el anonimato.
Otro espacio fueron las cantinas, donde las mujeres primero entraron tímidamente y ahora nadie las saca, y si te das una vuelta, por esos rumbos en quincena encontraras más mujeres que hombres en muchas de ellas.
La política tal vez fue un ritual de inversión, según yo alejado de la sexualidad y el erotismo, tal vez esté equivocada, sin embargo, los costos para las mujeres que rompieron las reglas al ingresar a la política se dieron en otro contexto diferente al sexual, porque costos los hubo. Juan Bedoya en un artículo publicado en El País considera que la única relación que puede encontrarse entre el erotismo y los sistemas políticos estriba en que el poder que se desprende de la actividad política es un placer también solitario, fascinante, variable y enriquecedor.
Hoy el hecho de que las mujeres tengan acceso a trabajo económicamente remunerado, les permite acceder a estos espacios libremente, por otro lado poco a poco se ha ido aceptando la existencia de la sexualidad femenina, que las mujeres no tienen que casarse para tener relaciones sexuales, que existen aparatos y juguetes que les permiten a muchas mujeres darse placer por ellas mismas, el autoerotismo femenino, somos astronautas, matemáticas, presidentas de naciones, ya los rituales de inversión son permanentes. ya no temporales.
Me encantó como siempre tú narrativa y efectivamente, nos hemos venido destapando más en todos los ámbitos, aunque en algunos lugares todavía se ven las formas tradicionales, considero que todo depende del entorno donde una se desenvuelve.
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