De acuerdo con la feminista Marcela Lagarde y coincido con ella, que las transformaciones vividas en el siglo XX, motivo a que las mujeres quedáramos atrapadas en una relación inequitativa entre cuidar a los otros y desarrollarse individualmente, una trato desigual, y es que desafortunadamente caímos en la trampa del patriarcado, desde donde se fomentó en las mujeres el deber de cuidar como un deseo propio, y paralelamente la necesidad intelectual y económica de participar en procesos educativos, laborales y políticos para sobrevivir en la sociedad patriarcal del capitalismo salvaje. Para la sociedad patriarcal el cuidado junto con el trabajo doméstico forman parte inherente del rol femenino.
Por otro lado, Marcela Lagarde (2003) recoge que los hombres contemporáneos no han cambiado lo suficiente como para modificar ni su relación con las mujeres, ni su posicionamiento en los espacios domésticos, laborales e institucionales. No consideran valioso cuidar porque, según el modelo predominante, significa descuidarse a ellos mismos, es decir, dejar sus intereses, usar su tiempo y sus recursos subjetivos, bienes y dinero, en los otros, dejando a un lado su vida y colocándose en posición de subordinación.
Lo señalado en el párrafo anterior por Marcela Lagarde, es el punto de reflexión el día de hoy 22 de julio, fecha en que se conmemora el Día Internacional del Trabajo Doméstico, con el fin de reconocer el trabajono remunerado que millones de mujeres realizan en sus hogares en todo el mundo.
El trabajo doméstico no remunerado, que incluye la atención de niños y adultos mayores, actividades de alimentación y limpieza o reparaciones del hogar, fue equivalente al 23.3% del PIB de México en 2017. En términos monetarios ascendió a 5.1 billones de pesos, según con cifras del INEGI, y aunque tiene un valor de mercado las personas que lo realizan no reciben una retribución monetaria a cambio. Este trabajo lo hacen mayoritariamente mujeres, quienes trabajan 8 horas en estas actividades por cada 2 de los hombres.
La activista feminista, historiadora y escritora Silvia Federici considera que el trabajo doméstico ha sido invisibilizado a lo largo de la historia porque “solo se ha visto el trabajo asalariado como un trabajo real”, olvidando la doble jornada de las mujeres. “Cambiar las relaciones de la reproducción es esencial para cambiar el poder” ha señalado también Federici. Por ello, según la autora, reivindicar el salario del trabajo doméstico tiene mucho significado porque permite visibilizar el territorio doméstico, subvertir la relación de desigualdad y rechazar la dependencia económica del hombre. “Ya estamos haciendo un trabajo muy importante para la acumulación de la riqueza”, ha añadido.
Como resolver esta distribución inequitativa del trabajo, si todas las mujeres se incorporan al mercado de trabajo ¿quién realizaría las tareas del hogar y las de cuidado? Considero en primer lugar que estas tareas deben de dejar de considerarse solo féminas, es una corresponsabilidad entre hombres y mujeres, las mujeres deben dejar a un lado la concepción de ser exclusivamente para otros y pensar en ellas mismas, Por otro lado el Estado, debe crear las condiciones para que las mujeres descarguen sus horas de cuidado: guarderías tanto para la infancia como para las personas mayores, que quienes se queden en casa para cuidar a las personas mayores, tenga una remuneración por el tiempo destinado a ello, deben buscarse estrategias que contribuyan a erradicar este reparto de tareas con el fin de que las mujeres tengan derecho a descansar, a uso de su tiempo libre, a desarrollarse profesionalmente, la vida de las mujeres no puede limitarse a las cuatro paredes del hogar o al escritorio de una oficina, por ello es importante la reorganización de horarios de oficina, el teletrabajo, que afortunadamente el aislamiento que vivimos actualmente por la COVID 19 permitió demostrar que es exitoso, y fomentar espacios para que los hombres también pasen por el proceso de desconstrucción para entender que no es perder privilegios dedicarle tiempo a sus hijos o participar en las tareas domésticas, o apoyar en el tema de los cuidados, y de esta manera tendremos mejores hogares y un mejor país.