El novelista, ensayista, filósofo y periodista francés Albert Camus, pregunta: ¿qué alternativa hay al suicido? El mito de Sísifo, ensayo filosófico en el que el francés intenta responder esa pregunta inicia: Hay sólo un problema filosófico verdaderamente serio, el suicidio. Juzgar que la vida vale o no la pena ser vivida, es responder a la cuestión fundamental de la filosofía.
Por otra parte, el suicidio, no solo es un tema filosófico, es el acto deliberado que
provoca la muerte de tres mil personal al día. Es una de las causas de muerte más conocidas en el mundo y su práctica lleva consigo trastornos, problemas e incluso en la antigua Europa se consentía y era considerado un acto honroso
En el mundo del arte diferentes personajes vivieron situaciones extremas que los “acorralaron” en el problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio, una de ellas Virginia Woolf., a quien hemos escogido para llevar a cabo un análisis del suicidio y la posible intervención en la prevención y en último caso la atención de familiares, pareja o personas cercanas al suicida que se ven afectados por el hecho.
Familia
Sin duda, la más complicada de sus novelas fue su novela familiar, En el caso de Virginia, se puede decir que antes de nacer no existió en la imaginación de sus padres, ya que no era una hija esperada La muerte estuvo siempre omnipresente en casa de Virginia incluso antes de que ella naciera, ya que ambos padres habían enviudado de sus respectivos cónyuges antes de tomar la decisión de casarse.
Ambos padres aportaron hijos de su anterior matrimonio, por lo que la casa de
Virginia estaba siempre abarrotada. Su padre tuvo una hija que era deficiente. Su
madre tuvo 3 hijos: Gerald, Stella y George (su preferido). En sus diarios Virginia dijo que no tenía ni un solo recuerdo de haber estado a solas con su madre. La relación con su padre fue siempre ambivalente, sobre todo después de la muerte de Julia. Él era el punto de referencia de Virginia en lo que a literatura se refiere (su padre publicó varios libros). Malcolm Ingram un psiquiatra norteamericano,
va más allá y afirma que ambos eran extraordinariamente parecidos, ya que los dos dependían constantemente del apoyo de figuras femeninas.
La hermana mayor de Virginia (Vanessa) nació en 1879, y un año después (1880)
Nació Thoby. Cuando Virginia nació (1882), estos dos hermanos estaban muy unidos .A medida que los tres hermanos fueron creciendo, empezaron los celos y la rivalidad entre las hermanas por la atención de Thoby. La relación de rivalidad, celos y dependencia entre las dos hermanas, continuaría durante el resto de su vida. Adrian, el hermano menor, nació en 1883.
En 1895, a la edad de 13 años, tuvo su primer episodio depresivo que duro 6 meses, poco después de la muerte de su madre, posteriormente, en 1897 muere su hermana Stella que hasta entonces había hecho de madre,
El concepto de muerte es uno de los más difíciles de asimilar para todo ser humano. Supone representar algo que es imperceptible, en el límite de lo impensable, algo a lo que no se puede poner palabras: el no-ser.Para la familia Woolf este episodio fue más difícil puesto que la muerte era algo de lo que nunca se hablaba en casa, su padre no les permitía expresar sus emociones. El único que tenía «autoridad» suficiente para gritar y expresar dolor era precisamente él. Éste fue el origen de las malas relaciones de Sir Leslie y sus hijos.
En 1904 muere su padre. Un mes más tarde de la muerte de su padre volvió a sentirse triste y culpable. Comenzó a oír voces que la incitaban a hacer disparates y finalmente, se tiró por la ventana de su casa sin graves consecuencias para ella
El tercer episodio de la enfermedad de Virginia tuvo lugar en 1913.. Virginia se había casado con Leonard Woolf. La propia Virginia relacionaba su temor a las relaciones sexuales y la repulsión que su cuerpo la producía con los abusos sexuales que sufrieron (ella y su hermana por parte de sus hermanastros: Gerald y George. Su cuerpo le producía tanta vergüenza que no podía soportar el verse contemplada en un espejo. Al parecer, sus primeras relaciones sexuales con Leonard reactivaron recuerdos de su pasado dolorosos para ella.
Por otro lado en relación a la bipolaridad que sufrió Virginia, se resalta la importancia del factor hereditario en su causalidad, ya que existe una historia de trastornos afectivos (enfermedad depresiva y maníaco-depresiva) en su familia
paterna: Su abuelo tuvo al menos 3 episodios depresivos. Su primo-JK Stephen- fue un prometedor escritor que desarrolló un trastorno maníaco y tuvo que ser confinado debido a su agresividad. El padre de Virginia padeció también episodios depresivos y su madre Julia, tuvo un duelo patológico tras la muerte de su primer marido, momento a partir del cual se sintió muerta. Su hermana también tuvo un episodio depresivo tras perder el hijo que esperaba.
EPISODIO DEL SUICIDIO
En 1904 tras la muerte de su padre ocurre un primer intento de suicidio por parte de Virginia, habrían de pasar casi medio siglo para que se llevará a cabo un nuevo intento que en esta ocasión si fue el definitivo.
El día que Virginia Woolf se suicidó, un viernes 28 de marzo de 1941, su marido Leonard estuvo tratando de mantenerla ocupada, sabiendo que no se encontraba bien y necesitaba estar distraída. Pero, aunque tenía miedo de que sufriera una grave recaída en su depresión hasta el punto de estar al borde del suicidio, le dejó espacio y le permitió estar fuera de su vista en algunos momentos, porque sabía que si se sentía encerrada se estresaría aún más y no quería agobiarla. Según la autobiografía de Leonard, la decisión de no tenerla bajo vigilancia constante de enfermeras o cuidadoras “fue un error que llevó al desastre”.
Aquel día ya empezó mal. Louie Mayer, el ama de llaves, más tarde afirmó que había estado charlando con Virginia en su dormitorio aquella mañana porque “parecía que tenía uno de sus malos días otra vez”. Louie más tarde explicó que mientras realizaba las tareas de la casa, Leonard le pidió que le diera a Virginia un plumero para que le ayudara a limpiar, según el libro Leonard Woolf: A biography. Aquella actividad no duró mucho y Virginia dejó el plumero en seguida para retirarse a escribir a su cabaña en el jardín de atrás de la casa.
Tratando de mantener la vista en ella, Leonard la fue a ver sobre las 11 a.m. y la encontró escribiendo algo. Virginia le comentó que iba a hacer algunas labores y que después saldría a dar un paseo antes de comer. Entonces los dos regresaron juntos a la casa y Leonard le dijo que se tumbara media hora a descansar mientras él se iba a su estudio a trabajar.
A la 1 p.m. Louie hizo sonar la campana que anunciaba la comida. Leonard escribiría más tarde en su biolgrafía: “Yo estaba en el jardín y pensaba que ella estaba en la casa”. Cuando Leonard subió al cuarto de estar a escuchar las noticias, encontró las cartas de suicidio. Al leer la que iba dirigida a él, corrió escaleras abajo: “¡Louie! ¡Creo que algo le ha sucedido a la señora Woolf! ¡Creo que ha intentado suicidarse!”.
Buscaron por todos lados durante horas, hasta que llegó la noche y tuvieron que regresar. Apareció Vanessa y Leonard le comunicó la tremenda noticia. “Desde entonces, todos y cada uno de los días Leonard apuntaba en su diario los kilómetros que le hacía al coche, incluyendo los de ese día cuando llevó a Vanessa de regreso a Charleston. Después hay un espacio en blanco con una mancha amarillenta que se ha tratado de borrar. Podría ser café, té o lágrimas. Es la única mancha que hay en todo este diario que mantuvo durante años.”
Aquella tarde Leonard encontró la segunda carta de suicidio que Virginia le había dejado en su cabaña. La estudió cuidadosamente y pensó que era lo que le había visto escribir aquella misma mañana cuando fue a verla:
Querido,
Quiero que sepas que me has dado felicidad absoluta. Nadie podría haber hecho más de lo que tú has hecho. Por favor, créelo.
Pero sé que nunca me voy a recuperar de esto: y estoy desperdiciando tu vida. Es una locura. Nada de lo que nadie me pueda decir me va a persuadir. Puedes trabajar, estarás mucho mejor sin mí. Ya ves que ni siquiera soy capaz de escribir esto, lo que demuestra que tengo razón. Todo lo que quiero decir es que hasta que esta enfermedad apareció, éramos perfectamente felices. Todo fue gracias a ti. Nadie podría haber sido tan bueno como has sido tú, desde el primer día hasta ahora. Todo el mundo sabe eso.
V.
El cuerpo de Virginia Woolf fue encontrado tres semanas después, arrastrado por la marea, cerca del puente de Southease.
Leonard tenía muy claro el problema de fondo de su mujer: «Creo que la muerte, la contemplación de la muerte, siempre estuvo a flor de piel en la imaginación de Virginia. Formaba parte del profundo desequilibrio de su mente».
Mención especial requieren los suicidios de los dos protagonistas de «Las olas»:
Rhoda y Bernard. Es imposible leer el libro y no recordar el suicidio de la propia
Virginia. Ninguno de los dos suicidios se plantea como algo trágico: Rhoda camina
tranquilamente hacia el mar mientras se acerca a la marea baja de su vida. Según
ella, su muerte es «un retorno natural al mar inmortal del que nunca, en los ritmos de su imaginación, se ha distanciado». En cuanto a Bernard, antes de ir hacia el encuentro de las olas, tiene una fantasía en la que se ve a sí mismo arrastrado
por las aguas río abajo. Hay que señalar que la novela se publicó en 1931 (diez años antes del suicidio de la propia Virginia)
APOYO TANATOLOGICO
Las personas que intentan suicidarse han sufrido pérdidas a lo largo de la vida cuando una persona atenta contra su vida es cuando no logra manejar el duelo, por lo que es necesaria la capacitación ya que no se saben detectar situaciones de riesgo.
El suicidio no es en sí misma una enfermedad, ni necesariamente la manifestación de una enfermedad, pero los trastornos mentales son un factor muy importante asociado con el suicidio. Los estudios para países tanto en vía de desarrollo como desarrollados revelan una prevalencia de 80-100 % de trastornos mentales en casos de suicidio logrado. Se estima que el riesgo del suicidio en personas con trastorno del ánimo (principalmente depresión) es 6-15%; con Alcoholismo, 7-15%; y con esquizofrenia, 4-10%.
Un hallazgo común en aquellos que cometen suicidio es la presencia de más de un trastorno. Los trastornos comunes que ocurren al mismo tiempo son alcoholismo y trastorno del ánimo (depresión), trastornos de la personalidad y otros trastornos psiquiátricos
La depresión tiene una alta prevalencia en la población general y muchos no la reconocen como enfermedad. Se estima que el 30% de los pacientes atendidos por un médico 15 sufren depresión. Alrededor de 60% de los pacientes que sí buscan tratamiento se contactan inicialmente con un médico general. Trabajar con enfermedades físicas y trastornos psicológicos es un reto especial para los especialistas psiquiatras, psicólogos clínicos, médicos, suicidiólogos. En muchas instancias la depresión se enmascara y los pacientes sólo presentan enfermedad somática.
Los recientes avances en el tratamiento de la depresión son muy relevantes para la prevención del suicidio en la atención primaria. Se encontró que la educación del médico general en identificar y tratar la depresión redujo el suicidio en Suecia (Rutz W,1992). Los datos epidemiológicos sugieren que los antidepresivos reducen el riesgo del suicidio entre los deprimidos. La dosis terapéutica de medicación deberá continuarse por varios meses, o lo que sea necesario. En personas de edad, puede ser necesario continuar el tratamiento por dos años después de la recuperación. Se ha encontrado que los pacientes bajo terapia de mantenimiento con litio corren menor riesgo de suicidio (Schou M,1998).
El caso de Virginia Woolf presenta aristas especiales dado el trastorno mental que padecía, por lo que el acompañamiento tanatologico hubiera sido insuficiente y la medicina en esos momentos no había logrado los avances en el tema de bipolaridad., hoy se hubiera resuelto o atendido con litio.
Sin embargo, mencionaré que el acompañamiento teratológico a personas que han sufrido episodios suicidas o existe la amenaza, es importante establecer un nexo de empatía y escuchar con atención y respeto, es preferible comentarios como: “te ves muy alterado, cuéntame más al respecto” son útiles para reducir el nivel de desesperación del suicida.
¿Cómo preguntar? No es fácil preguntar a los pacientes sobre sus ideas suicidas. Es útil adentrarse en el tema gradualmente. Una secuencia de preguntas útiles:
1. ¿Se siente infeliz o desvalido?
2. ¿Se siente desesperado?
3.¿ Se siente incapaz de enfrentar cada día?
4. ¿Siente la vida como una carga?
5. ¿Siente que la vida no merece vivirse?
6. ¿Siente deseos de cometer suicidio?
¿Cuándo preguntar? Es importante hacer estas preguntas: • Después que se ha establecido una empatía • Cuando el paciente se siente cómodo expresando sus sentimientos • Cuando el paciente está en el proceso de expresar sentimientos negativos Preguntas adicionales: El proceso no termina con la confirmación de la presencia de ideas suicidas. Continúa con preguntas adicionales, encaminadas a valorar la frecuencia y la severidad de la idea y la posibilidad de suicidio. Es importante saber si el paciente ha hecho planes y posee los medios para cometer suicidio. No obstante, si el paciente ha planeado un método y posee los medios (p.ej.: píldoras), o si el medio propuesto está fácilmente a su alcance, el riesgo de suicidio es más alto. Es crucial que las preguntas no sean exigentes ni coercitivas, sino que se planteen de manera cálida, mostrando la empatía del especialista hacia el paciente. Estas preguntas podrían incluir:
¿ Ha hecho planes para terminar con su vida?
¿ Cómo está planeado hacerlo?
¿ Tiene en su poder píldoras/ armas/ otros medios? • ¿Ha considerado cuándo va a hacerlo?
Mejoría engañosa o falsa. Cuando un paciente agitado se calma súbitamente, puede haber tomado la decisión de cometer suicidio y por lo tanto se siente tranquilo después de esto.
Negación: los pacientes que tienen serias intenciones de matarse pueden deliberadamente negar tales ideas.
MANEJO DE PACIENTES SUICIDAS
Si un paciente está perturbado emocionalmente, con pensamientos suicidas vagos, la oportunidad de un seguimiento de un profesional de la salud o especialista en tanatología que demuestre interés, puede ser suficiente. No obstante, la oportunidad de un seguimiento posterior debe dejarse abierta, especialmente si el paciente tiene un inadecuado apoyo social. Sin importar el problema, los sentimientos de una persona suicida son usualmente una tríada de desamparo, desesperanza y desesperación.
Los estados más comunes son: 1. Ambivalencia. La mayoría de los pacientes son ambivalentes hasta el punto final. Ésta es una batalla de vaivén entre el deseo de vivir y el deseo de morir. Si esta ambivalencia es usada por el médico u especialista para aumentar el deseo de vivir, el riesgo puede reducirse. 2. Impulsividad. El suicidio es un fenómeno impulsivo y el impulso por su misma naturaleza es transitorio. Si se proporciona apoyo al momento del impulso, la crisis puede disolverse. 3. Rigidez. Las personas suicidas son rígidas en su pensamiento, su humor y su actuar y sus razonamientos sufren dicotomía en términos de uno u otro. Al explorar varias posibles alternativas para tratar con el paciente suicida, se debe empatizar con el paciente para que tome consciencia de que existen otras opciones, así no sean ideales. Obtención de apoyo El médico deberá de evaluar los sistemas de apoyo disponibles, identificar a un familiar, amigo, persona significativa del paciente para que pueda apoyar a éste y solicitar ayuda.
Por otra cuando el suicidio fue inevitable, el acompañamiento a familiares en especial a los padres, parejas o familiares es imprescindible ya que quedan en el aire sentimientos de culpa, de dolor, de coraje, con los que es necesario trabajar.
Es importante brindar atención a los familiares que se quedan, sobre todo pequeños o jóvenes que podrían seguir el mismo patrón de conducta del suicida, cuántos de ellos se levantan de esta tragedia no solo familiar sino social, porque el suicida se va y la familia se queda con un señalamiento ante la sociedad, quienes por lo general no los ven como sobrevivientes sino como victimarios, como los culpables de que el suicida se haya quitado la vida. Como sobrevivientes de un suicida ya es difícil sobrellevar el duelo de esta muerte inesperada y si le sumamos aquellas posibles culpas el duelo será patológico. Además debemos tener en cuenta que el duelo de cada sobreviviente, es distinto por la relación que mantenía cada uno de ellos con su ser querido, ya que muchas veces las relaciones pueden ser cercanas o lejanas y el duelo se vive y se siente muy diferente.
La conclusión final para los sobrevivientes del suicida se basa en tres puntos: Buscar sentido en la perdida Encontrar beneficio o aprendizaje Reconstrucción de Identidad Como reintegrarse a la vida cotidiana, como reconstruir la vida personal, como volver a tomar el control de ti mismo. Porque la tragedia que acaba de suceder no se olvida o se cierra como si fuera un capítulo de libro o de manera ingenua pensamos que al cerrar la puerta de ese escenario donde sucedieron los hechos, se olvida o borra mágicamente; para que ese dolor violento sea afrontado tenemos que abordarlo, para darle un reacomodo, un nuevo sentido de vida al sobreviviente.